Nuestros 19.000 seguidores (ejem) nos van a permitir seguro un inciso o paréntesis melancólico en este blog, lo que ahora se ha dado en llamar trabajar la inteligencia emocional. Sí, en román paladino sería llamar a las cosas por su nombre o en argot poético machadiano "lo que pasa en la calle".
Por la fecha de esta entrada ya se ve que estamos terminando el curso: interminables informes de evaluación, memorias dirigidas a lejanas autoridades desmemoriadas, estadísticas de gente sin nombre y valoraciones acerca de programaciones didácticas. Papeleos, comisuras de burocracia, alimento de jerarquías telemáticas. Kafka lo vio claro cuando acostó a un docente de bachillerato entre dulces sueños poéticos y amaneció un burócrata de aspecto miserable. Siempre en junio y/o en septiembre.
Nuestra transformación boreal comienza en una fecha indeterminada en el calendario, y después de un gozoso sueño llamado Graduaciones.
Cada una es especial, como especiales son ellos: los chicos y chicas de bachillerato, artífices de las despedidas más emotivas e ingeniosas que una pueda imaginar. Te regalan caricaturas (los de Artes) en las que tu nariz nunca es lo suficientemente grande, dedican elogios/quejas/amenazas... desmedidos a ese submundo que es el comentario de texto (Científicos) o atinados epigramas a, cómo no, tu nariz, o a las innumerables ocasiones en que no has visto ese infinitivo oculto tras la maleza de un subordinada (Humanistas)
Queridos muchachos y muchachas: este curso habéis conseguido emocionarnos con un discurso y espectáculo simplemente maravillosos.
¿Para qué sirven las Artes y las Humanidades?
Para haber podido escucharos y comprender, al fin, que nuestro oficio es el más hermoso del mundo.
Ahora sí sois esas gotas de lluvia de las que habló Antonio Machado:
"¿Qué es esa gota en el viento
que grita al mar: soy el mar"
Vosotros, leves gotas de lluvia que ya sois el mar inabarcable.
Gracias. Avelina y Belén.
La clase. Laurent Cantet
No hay comentarios:
Publicar un comentario